la correcta.
Imaginemos hoy que tú, querido lector, eres de los que piensas que todo esto de las emociones es de debiluchos y académicos; que lo mejor que se puede hacer es ignorarlas y centrarse en el trabajo: la negociación con el cliente, la discusión con el compañero, la reunión con el jefe, redactar el informe para la central o explicar los fundamentos de la trigonometría.
Pues bien, de las tres formas de afrontar las emociones actuar como si no existiesen es, sin ningún género de dudas, la peor.
Y es que las emociones tienen tres efectos principales, queramoslo o no. A saber:
- Las emociones afectan a nuestro cuerpo, a nuestra fisiología: nos hacen sudar, sonrojar o reír, o
nos descontrolan nuestro sistema excretor, entre otros efectos. Incluso si intentas reprimir la
expresión visible del efecto de la emoción, la alteración fisiológica sigue estando ahí, generando
estrés. Este estrés hace que te sea más difícil concentrarte en lo importante. - Las emociones afectan a nuestra capacidad de raciocinio. Nuestro nivel consciente tiene una
capacidad muy limitada, si se ve invadido por las emociones queda menos capacidad de
procesamiento para razonar lógicamente: si las emociones son negativas (enfado, ira, envidia,
decepción, etc.) disminuyen peligrosamente los niveles de escucha activa; si lo es por las emociones
positivas, es menos probable que rechaces ideas y te muestras menos crítico y más abierto a aceptar
propuestas (como bien sabemos los vendedores). - Las emociones afectan al comportamiento. Efectivamente, no sólo afectan a lo que pensamos
también a lo que hacemos. Prácticamente cualquier emoción tiene una respuesta conductual
asociada, después de todo somos mamíferos.
Idea clara: No puedes ignorar las emociones, aunque sólo sea porque ellas no te ignorarán a ti.
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